miércoles, 12 de octubre de 2016

Que hacer cuando no sabes por donde empezar a escribir

Piensa, entiende, escribe.

   Quienes desean dedicarse a escribir, antes que nada desean comunicar algo en específico. Pero cualquier cosa que sea la que quieras decir, antes debes dominar el tema o al menos entenderlo bien. Si no tienes claro por donde comenzar, trata de explicarle a alguien lo que quieres escribir. Ese es un ejercicio que a mi en particular me ha funcionado muy bien. Pero antes de hacer eso, documentate sobre el tema y preguntate: ¿Qué es? ¿Cómo es? ¿ En qué ayudará a mis lectores? ¿De qué y porqué quiero que se beneficien? Madura bien la idea. Intenta explicarla tanto a un joven, un niño o un adulto. Luego empieza a escribir todo lo que tienes en mente sin pensar mucho en "como" lo escribes, para luego leer y releer con el propósito de corregir las frases que estén mal construidas.

   No te sientes a escribir si no tienes nada que decir, y nada que enseñar. No escribas solo por llenar hojas, porque lo escritores que hacen ésto, se quedan pronto sin lectores. Algo que puedes hacer para documentarte sobre los temas a escribir, es hacer uso de todas las herramientas tecnológicas que tenemos a nuestro alcance,como lo son YouTube, Google, Google maps y muchos otros.

   Otro aspecto de la redacción en la que debemos poner atención es en las frases de doble sentido. A ésto se le llama: Anfibología, y es un vicio que está más extendido de lo que pareciera. Por ejemplo, si decimos: "Luis dejó robar a Pedro" puede entenderse de dos maneras: 1.- Que Luis dejo a Pedro que robase, o 2.- Que Luis dejó que otros robasen a Pedro.

   Esta frase recurre en anfibología. Para que ésto desaparezca, el escritor debe rehacer la frase hasta encontrar la fórmula para no dar lugar a una doble interpretación. Por ejemplo: "Luis dejó que Pedro robase" O bien si la idea es otra: "Luis dejó que robasen a Pedro"

   Algunos escritores se excusan, argumentando que el lector tendrá sentido común para entenderlo de la forma correcta. Pero lo cierto es que el buen escritor siempre aspirará a que sus frases sean claras y correctas y no confiará demaciado en el sentido común del lector, porque cualquier escrito que dependa del sentido común del lector está mal construido. En ocasiones no bastará con cambiar una palabra, sino que habrá que dar un giro completo y orientarla de manera diferente. Nunca debe haber pereza en revisar una y otra vez lo que se escribió. He aquí unos ejemplos de frases anfibológicas, y sus solución posible.

                                              Mal

"Te proporciono la novela de Paula cuyo relato ya conoces" (De quién es el relato, de la novela o de Paula)

   En pro de una mayor claridad, el escritor no debería dudar en recurrir a una repetición, si fuera necesario.

                                              Bien

   "Te proporciono la novela de Paula, libro cuyo relato ya conoces"

   "Te proporciono la novela de Paula, la chica cuyo relato ya conoces"

                                              Mal

   "Ofreció hacerlo el mes pasado" (¿El mes pasado ofreció hacerlo o bien el mes pasado debió ofrecerlo?)

Solución:

                                              Bien

     "El mes pasado ofreció hacerlo"  

     "Ofreció que lo haría el mes pasado"

   Los ejemplos muestran lo fácil que es caer en el vicio de anfibología y atentar contra la claridad. Y repito: No debe haber pereza para revisar las frases y asegurarse de que no hay lugar a confusiones. No hay un solo caso que no pueda tener solución, siempre la hay.

Porque... Si de escribir se trata...nada es demaciado, para conservar a nuestro lector.

¿Te gustó, no te gusto? Déjame tu comentario. Me servirá mucho para mejorar el contenido del blog y para saber de que tema quieres que escriba. 




2 comentarios:

  1. Estos consejos están bastante completos. Puede. Servir para escribir un libro Hasta para un guión. Me ha gustado bastante y es una gran fuente de apoyo.
    Graci así Mary

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